La muestra del estudio estuvo compuesta por 3.233 individuos de tres cohortes de nacimiento: 1974-1979, 1980-1984 y 1985-1990, que fueron observados entre 1991 y 2016 y tenían entre 16 y 27 años.
El equipo de investigación de la UCL y la Universidad de St Andrews descubrió que la cohorte de los 70 tenía un 50/50 de posibilidades de separarse o quedarse (o casarse) con su primera pareja. La cohorte más joven era significativamente más propensa a separarse de sus parejas que a casarse con ellas.
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Al observar cuánto tiempo permanecieron juntas las personas, dentro de las dos cohortes más antiguas, entre el 25% y el 27% de las parejas se habían separado dentro de los dos años posteriores al inicio de la cohabitación. Esta cifra es del 43 % en la cohorte más joven, lo que sugiere que las primeras relaciones de cohabitación se han vuelto menos estables y no duran tanto entre las generaciones más jóvenes.
En general, los hallazgos sugieren que los adultos nacidos en la década de 1980 en el Reino Unido tienen más probabilidades de mudarse con una primera pareja más tarde en su vida que los nacidos a mediados y finales de los 70. Los autores dicen encontrar que vivir con alguien (en lugar del matrimonio) se ha convertido en una forma casi universal de primera pareja, independientemente del origen socioeconómico o el nivel educativo.
Los hallazgos
La autora principal, la Dra. Alina Pelikh (IOE, Facultad de Educación y Sociedad de la UCL) dijo: "Nuestros hallazgos sugieren que, en comparación con las cohortes mayores, las primeras relaciones de cohabitación entre los millennials no tienden a durar mucho. Esto plantea preguntas interesantes sobre el significado que le dan los jóvenes a la convivencia ya la calidad de estas asociaciones que tienden a ser efímeras.
"Mientras que entre las cohortes de más edad, las primeras parejas co-residenciales probablemente serían tratadas como matrimonios de prueba, los adultos jóvenes nacidos en la década de 1980 podrían tener más probabilidades de mudarse juntos por diferentes razones: la falta de restricciones normativas, la conveniencia y las razones económicas son todas factores subyacentes probables y potencialmente entrelazados de este fenómeno.
"Alternativamente, podría ser que los adultos jóvenes en las cohortes más jóvenes (y especialmente a edades tempranas) vean la convivencia como una alternativa a la soltería y no sea hasta edades más avanzadas cuando consideren el matrimonio o una cohabitación a largo plazo similar al matrimonio".
Los hallazgos también muestran que los antecedentes de los padres y el estatus socioeconómico, así como los niveles de educación individuales, aún desempeñan un papel en la configuración de las asociaciones de los jóvenes en Gran Bretaña. El estudio encontró un vínculo positivo entre los niveles de educación y la transición de la cohabitación al matrimonio para las cohortes nacidas entre 1974 y 1979, lo que sugiere que la educación contribuye a la estabilidad de la pareja. Por el contrario, entre los nacidos en la década de 1980, las personas con mayor nivel educativo tienen más probabilidades de mudarse a vivir con una pareja. Sin embargo, los niveles de educación no afectan la estabilidad de estas asociaciones, ya que casi siempre terminan en separación.
La coautora del estudio, la Dra. Júlia Mikolai (Universidad de St. Andrews y ESRC Center for Population Change) explicó: "Esto podría ser una señal del surgimiento de un nuevo comportamiento, como relaciones de corta duración que comienzan durante la educación o poco después terminar un título. El aplazamiento de la formación de la primera sociedad entre aquellos que no buscan una educación superior también podría ser un marcador del aumento de las dificultades económicas y las incertidumbres".
El coautor del estudio, el profesor Hill Kulu (Universidad de St. Andrews y ESRC Center for Population Change) agregó: "Nuestros hallazgos brindan más evidencia sobre la creciente complejidad de las transiciones de pareja entre los millennials, muchos de los cuales posponen la cohabitación y tienen menos probabilidades de casarse con sus padres". primer socio y más personas experimentando múltiples asociaciones".
Los autores destacan que debido a que el artículo solo consideró a quienes formaron sus primeras parejas antes de los 27 años, puede haber una proporción no despreciable que se unió después de esta edad. Si bien no esperan que esto afecte las tasas generales de formación de la primera pareja, podría revelar algunos hallazgos nuevos, si las primeras parejas de personas mayores de 27 años resultan ser más estables.