En algún grupo de personas, en donde la infidelidad sea minimizada, puede provocar un cambio en la perspectiva de una pareja.
Si bien la monogamia sigue siendo un estilo de relación más elegido que el poli amor, o las relaciones de intercambios de pareja, la realidad es que los deseos por personas distintas a la pareja actual no dejan de existir.
Los pares aún podrían tener un alta frecuencia de fantasías sexuales que involucran parejas alternativas.
Las personas que están involucradas en una relación monógama comúnmente resuelven el conflicto entre su deseo de parejas alternativas y el deseo de mantener la relación actual mediante el uso de estrategias que les ayuden a vencer la tentación. Por ejemplo, pueden ignorar a las personas atractivas o percibirlas como menos deseables de lo que son.
En una investigación, en la cual se enfocaron en las circunstancias bajo las cuales es menos probable que las personas usen tales estrategias de protección de relaciones, se encontró que dentro de un entorno de compañeros, que den la impresión de que la infidelidad es aceptable, puede ser una de esas circunstancias, ya que saber que otros tienen aventuras puede hacer que las personas se sientan más cómodas al considerar tener aventuras.
De hecho, la investigación ha demostrado que las normas sociales, que dictan qué comportamientos se aceptan como normales, afectan la forma en que las personas resuelven un conflicto entre las tentaciones a corto plazo y las metas a largo plazo en otras situaciones, como el consumo de alcohol, el juego y el robo.
Ejemplo de ello es que una exposición al comportamiento de engaño de los miembros del grupo aumentó la probabilidad de que los participantes se engañaran a sí mismos.
Conclusión
Después de la exposición a la infidelidad de otros, los participantes experimentaron un menor compromiso con su relación y un mayor deseo de tener parejas alternativas.
Estos hallazgos sugieren que los entornos que fomentan una mayor prevalencia de la infidelidad disminuyen la motivación para proteger el vínculo con la pareja actual, posiblemente preparando el escenario para desencadenar el deseo de parejas alternativas. Dichos entornos pueden hacer que las personas sean más vulnerables a la infidelidad, si no directamente las “infectan”.
En general, nuestra investigación indica que los entornos en los que la infidelidad es común pueden proporcionar la justificación para abandonar las prioridades a largo plazo del mantenimiento de la relación en favor de buscar alternativas tentadoras. Por supuesto, los entornos en los que prevalece la infidelidad no necesariamente convierten a las personas en infieles. Aun así, si alguien ya es vulnerable al engaño o si surgen oportunidades para la infidelidad, estos entornos pueden dar el impulso adicional necesario para resolver el conflicto entre seguir los valores morales y sucumbir a las tentaciones a corto plazo de una manera que promueva la infidelidad.